lunes, 7 de septiembre de 2009

Quién sigue ¿Fidel?

El flechador
Manuel H. Naranjo

Xalapa, Ver., 7 de septiembre de 2009.
Hay muertos que mueren dos o más veces.

Ese podría ser el caso de Heriberto Lazcano Lazcano (a) El Lazca.

Según versión de la PGR, El Lazca murió en Tampico, Tamps., en septiembre del 2007, ha dos años. Presumiblemente fue una de las victimas en aquel operativo, cuando el Ejército asestó uno de los golpes más duros al crimen organizado, el decomiso de 11 toneladas de cocaína, que de acuerdo con las muestras sometidas a los reactivos químicos en el lugar de los hechos, tenía una pureza de más del 98 por ciento, casi químicamente pura.

La gente de La Maña dice que El Lazca ha muerto decenas de veces de risa, unas por los fallidos intentos del gobierno por capturarlo, otras por los frustrados atentados de la gente de su misma organización, la de Osiel Cárdenas Guillén.

De El Lazca se cuentan muchas cosas. Sobran quienes dicen que es pozarricense, que nació en la Petromex y se crió en La Laredo, pero no, El Verdugo, como le dice la gente de La Maña, es hidalguense, oriundo de Pachuca. Nació, vivió y creció en las inmediaciones de la zona militar de Pachuca, entre sus pocos amigos se cuenta, ¿Cómo la ve? El director de la Unidad Administrativa de la secretaría de Seguridad Pública del Estado, uno de los subordinados del general Sergio López Esquer, secretario de Seguridad Pública en Veracruz.

El tema de la muerte de El Lazca, se vuelve a repetir a partir de la balacera de la tarde y noche del viernes y madrugada del sábado, entre soldados y sicarios del cartel del golfo, entre los que presuntamente estaban Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén y El Coss.

La organización Cárdenas Guillén, a partir de la detención y posterior extradición de Osiel a los EE. UU., para ser internado en la prisión federal de Huntsville, Texas, se fraccionó: por un lado el Zeta 40, por otro Tony Tormenta, El Coss y El Lazca; poco tiempo después, al separarse los Beltrán Leyva del grupo de El Chapo, se integró una nueva organización cuyo período de vida fue corto al escindirse los Zetas del cartel del Golfo, quedando unidos los Beltrán Leyva y la gente del cartel del Golfo; los Beltrán Leyva se fueron y los Zetas y la gente del Golfo se quedaron, pero desunidos.

El control de las plazas desató una carnicería interna, un ejemplo la detención de jefe de instructores de los Zetas detenido en Poza Rica de Hidalgo, cuando estaba refugiado, huyendo de una de las fracciones del cartel del Golfo que amenazaba con matarlo. Para El Tatanka fue mejor que la Policía Federal Preventiva lo detuviera. El Tatanka era de la gente leal a El Lazca.

El Lazca era etéreo, lo veían en Matamoros y al mismo tiempo en Reynosa, le fincaban residencias en distintas ciudades de la frontera; fueron muchos los operativos efectuados por el México Seguro, todos fallidos, El Lazca estaba en el sitio donde menos lo buscaban, en Miguel Alemán, Tamps., viajando constantemente a Tampico, por el placer de una buena comida de mariscos en El Porvenir. O bajaba más al sur, a Tamiahua.

Pudiera ser verdad que en las inmediaciones de Tamiahua y Tuxpan, ahí donde se sitúa un rancho que la fama pública se lo atribuye en propiedad a Raúl Salinas de Gortari, Heriberto Lazcano Lazcano pasaba semanas, pescando en la Laguna de Tamiahua y cazando Tepescuintles (cuatuzas) en los predios aledaños a la laguna.

La seguridad de Lazcano Lazcano en la zona, por supuesto que no era de gratis; si la gente de la zona militar de Tuxpan recibía o recibe alguna gratificación, total y absolutamente creíble, eso lo tendrá que investigar el general secretario de la Defensa Nacional, Galván Galván.

De la custodia policiaca por parte del personal de la delegación regional de Tuxpan, el mejor ejemplo, ahí lo tienen, reincorporado a Seguridad Pública, como sub coordinador de la policía intermunicipal Veracruz-Boca del Río, el relevo del ejecutado comandante “Diablito”.

Le cuento

La tarde y noche del viernes y la madrugada del sábado, de este fin de semana pasado, las calles de Matamoros, sirvieron de escenario para la enésima confrontación entre sicarios del crimen organizado y militares, con una variante importante, ésta vez no fueron poquiteros y burros, se trató de los capos que dirigen una de las tres fracciones de la organización de Cárdenas Guillén: Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén (a) Tony Tormenta y El Coss.

El reloj rebasaba las 14 horas, un cielo nublado con techo alto, por arriba de los 30 mil pies y, temperaturas de 39 grados centígrados con una sensación térmica de 44 grados, cuando comenzaron a escucharse las primeras deflagraciones, el restallido seco de las ojivas 5.56mm de los R15 y los Heckler and Koch del Ejército.

Aquello, como en filmes americanos, eran alardes de logística de guerra, las habilidades castrenses de los buenos y los malos, todos egresados de la misma academia, pertenecientes al mismo grupo, el Grupo Aerotransportado de Fuerzas Especiales (GAFES). Bloquearon calles con vehículos blindados. Encajonaron contingentes. En algunos sitios, la lucha cuando parecía silente, era cuerpo a cuerpo. Otra vez las balaceras y los muertos. Oficialmente fueron no más de 12; otras versiones apuntan que fueron más de 140. Mayoritariamente sicarios. Se habla de bazucaos. De la desintegración de total de camionetas Hummer’s, las del Ejército y los vehículos de lujo de la General Motors en poder de las escoltas de los mandos de los Zetas.

Cuando la batalla terminó, comenzó el silencio mediático.

No tanto por temor a las represalias de la gente del cartel, más bien fueron las presiones, como ocurre aquí en Veracruz, de la gente del Gobierno del Estado. Entre las bajas del lado de La Maña, presumiblemente se cuentan policías ministeriales de la procuraduría de Tamaulipas y, supuestamente algunos escoltas del gobernador.

La Maña abandonó la frontera, que es falso que fueron ellos los que presionaron a los editores para que se hiciera el silencio.

Usted dirá que son coincidencias, pero no, desde la oficina de Alfredo Gándara, el director de Comunicación Social de La Fidelidad, surgió la orden a los textoservidores-cagatinta de que no se citara nada, absolutamente nada del incidente entre la gente del cartel del Golfo y los militares. Presumiblemente hubo algunos brotes de rebeldía entre los asalariados de La Fidelidad, cuestión que Alfredo Gándara comentó con el negro de Nopaltepec, para que presumiblemente se les impusiera un correctivo: “…Rómpeles la madre” dicen que le dijeron al homosexual director de Comunicación Social.

Mañana le cuento cual fue la decisión, del Gárgaras.

La ñapa

Vamos a darlo por hecho.

Si es verdad que El Lazca está muerto, que al Tony Tormenta y El Coss, bailaron con la más fea, la organización Cárdenas Guillén, presumiblemente, ahora tiene un control compartido, el del 40 y el 41; quién sigue ¿el 41?.

Pobres de los Pepines, las Carolas, los Carballos, los Motitas, los Chiles Xalapeños, los Borrachos Vomitadores y principalmente, pobre del delfín de la voz de niña y, pobre de toda la comunidad gay integrada en La Fidelidad. Ni modo. De pronto se convirtieron en las vacas de mañana, porque ahora mismo ya no son ni siquiera ayudantes de carniceros.

Es pregunta

¿Por el incidente de Matamoros entró en crisis El Ofidio?

¿Fue cierto que por enésima vez se convulsionó, echó espuma por la boca y se descompensó?

¿Qué la crisis fue de tal magnitud que el Zeloken ésta vez no funcionó?

Mañana le cuento con detalle la orden que le dieron a El Gárgaras.

Tan, tan.

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